In the Mesoamerica culture, the nemontemi was the five days between two year cycles, or between 52 year calendar rounds (xiuhmolpilli in Nahuatl, "New Fire ceremony"). It was also called baldíos (wasted).
As appears in the Codex Tovar:[1]
El tiempo y espacio eran las dos categorías fundamentales del mundo prehispánico, la cuenta de los días, el tiempo sagrado, para los mexicas cuatro edades o Soles habían existido en el intento de los dioses por crear al hombre y el alimento que habría de sustentarlo. El Quinto Sol nació en Teotihuacan. Este es el Sol en el cual vivimos. Para el mundo indígena, fueron los dioses quienes crearon los días, los meses y los años. Dieciocho meses de 20 días componían el calendario solar con un total de 360, más cinco días aciagos (o nefastos).
El Tonalpohualli. se componía de 260 días. Algunos códices servían para llevar la cuenta de los días y el tiempo.
El Xiuhmolpilli o atado de cañas (52 años) simbolizaba el siglo indígena. Cada 52 años había una renovación de lo existente y se encendía el Fuego Nuevo.
NEMONTEMI - Inútil, vano, infortunado, insuficiente.
Los días nemontemi, desamparados, vacíos, abismales, si bien no “contaban” (itech pohui) desde una perspectiva astrológica, sí se contaban (tlapohua) en términos de cómputo calendárico, lo que generaba un desfase, un modelo específico de principio y fin de veintenas así como de días nemontemi para cada uno de los años. Sin dejar de figurar al final del último mes de un ciclo anual, los nemontemi cambiaban periódicamente de posición en el ciclo calendárico.
Para Sahagún son días que sirven para completar los 365 días del año. Otros dan el comienzo y el futuro del entrante y se meten en problemas de cuentas de calendario ofreciendo años y cuentas inexistentes e ilógicas.
Si anallizamos la palabra en sus raíces.
Nemoa - Se vive, se camina. Forma pasiva e impersonal. Derivado de Nemi - vivir, caminar.
On - Partícula que denota duración en el tiempo, refuerza que la acción se realiza durante un tiempo, también se usa como manera especial al hablar denotando respeto.
Temi - Estar extendido, acostado, llenar, estar repleto, estar completo.
Esta es una cuenta independiente en la que se incluyen 5 dias por año para justar los calendarios, al final de 52 años habrán transcurrido 260 días, es decir un Tonalpohualli.
La combinación de ambos ciclos, el de 260 días y el de 365 días, formaba unidades de 52 años. A este periodo se le llamó "Rueda del Calendario" y era el sistema típico del centro de México en el momento de la conquista. Para establecer los nombres de cada año, los mexicas usaron los nombres de cuatro simbolos: ácatl (caña), técpatl (pedernal), calli (casa), y tochtli (conejo). Cada símbolo de día estaba asociado a un número diferente del uno al 13 (4 nombres de día x 13 numerales = 52 nombres de año). Los mexicas llamaron a un "siglo" de 52 años xiuhmolpilli o "atadura de los años".y también se le conoce como "cuenta corta". Los ciclos de 52 años se iniciaban entre los aztecas mediante un rito importante, la fiesta del Fuego Nuevo, que coincidía además con la fecha en que la constelación de Pléyades pasaba el cenit a medianoche.
La ceremonia del fuego nuevo es un ritual que se realizaba entre los Mexicas. Según varias evidencias arqueológicas, se practicó también en muchos pueblos del centro de México durante la época posclásica,[1] como por ejemplo en Teotihuacan.
Debido a la importancia calendárica del xiuhmolpilli (atadura de años), cada 52 años, generalmente se piensa que el Fuego Nuevo se celebraba cuando coincidían el inicio de los dos calendarios aztecas, el tonalpohualli, de 260 días, y el xiuhpohualli, de 365 días. Sin embargo, según testimonian los códices Borgia, Vindobonensis, Laud y Nuttall, lo encendían cada año.[2] Según otras fuentes, había ceremonias especiales cada 4, 8 y 52 años, y sólo en esta última se arrojaban al fuego las imágenes y otros objetos de culto, y se reconstruían los templos en señal de renovación.
El momento exacto en que se realizaba, era cuando las Pléyades o "cabrillas" llegaban al punto más alto del cielo, según testimonio del cronista Bernardino de Sahagún:
Al "atar" cada año el Fuego Nuevo con el ascenso de las Pléyades, los mesoamericanos estuvieron en condición de utilizar esta ceremonia para medir el Año Sidéreo, lo cual, a su vez, les habría permitido calcular el Ciclo de Precesión de los Equinoccios (la rotación aparente de la eclíptica, con 26 mil años de duración).
El Fuego Nuevo era un ritual celebrado por los mexicas para celebrar el xiuhmolpilli (atadura de años), la coincidencia en el inicio de los calendarios xiuhpohualli y el tonalpohualli, lo que sólo podía ocurrir después de 52 años. Según la mitología mexica, en este momento podría ocurrir el cataclismo que terminara con la era del Quinto Sol, donde el mundo sería destruido por terremotos. Si las Pléyades pasaban el cenit la noche del último día del ciclo de 52 años, el mundo no sería destruido y se encendía de nuevo el fuego sagrado.
Al final del último día de cada siglo cuando, el sol se estaba poniendo, se creía que desaparecería para siempre. En ese momento se apagaban todos los fuegos y la preocupada población se reunía al pie de la pirámide donde los sacerdotes observaban cuidadosamente los cielos se sacrificaba una víctima arrancando su corazón mientras encendía el Nuevo Fuego, a sí el sol renacía y se había salvado de nuevo el mundo de la destrucción; comenzaba un nuevo ciclo (ciclos de 52 años) La población desechaba los palos con los que encendían el fuego en el momento de la ceremonia y solo los sacerdotes prendía en Fuego Nuevo.
En el Cerro de la Estrella se realiza esta ceremonia hasta la fecha actual.
Para los antiguos Aztecas, cada ciclo de 52 años en la antigua Tenochtitlan, el mundo estaba en peligro de dejar de existir si el sol no se levantaba de nuevo, por ello era encendido en un templo que actualmente se encuentra bajo el cerro de la estrella, (cuyo nombre prehispánico era Huizachtecatl), por medio de un ritual, el fuego nuevo, buscando animar al sol a salir por otro ciclo de 52 años más.
Al atardecer del día último del ciclo, todos los fuegos eran apagados, y sólo los sacerdotes en la cima del cerro eran los indicados para iniciar un fuego nuevo, mientras un sacrificio humano era realizado, se sacrificaba al mejor de los guerreros o a una persona importante para el pueblo y se quemaban o destruían los artículos de guerra y personales ya que el fuego nuevo para ellos era renovación.
En la "cuenta corta" de 52 años cabían exactamente 73 tonalpohualli (52 x 365 = 73 x 260 = 18,980 días). Al cabo de este período, las combinaciones de los ciclos de 365 y 260 días se agotaban, y comenzaba otro ciclo mayor con exactamente las mismas fechas. Dos ciclos de 52 años, es decir 104 años, se llamaban huehuetiliztli, "la vejez", y se caracterizaban además por la coincidencia con el ciclo de Venus. El año de Venus contiene 584 días, y 5 años de Venus corresponden a 8 años solares; por lo tanto, cada 65 años de Venus coincidían con 104 años solares y con 146 tonalpohualli (65 x 584= 104 x 365 = 146 x 260 = 37, 960 días).
Los mexica utilizaban una fórmula abreviada para los fechamientos para no tener que mencionar en forma completa todos los elementos que intervenían en una fecha: el día del tonalpohualli, el ordinal del día dentro de la veintena y el año; en cambio, decían únicamente el día del tonalpohualli y el año, por ejemplo: 8 ehécatl de 1 ácatl.
Un xiuhmolpilli, era enterrado en altares adornados con huesos y cráneos de piedra conocidos como Altar de los siglos.
As appears in the Codex Tovar:[1]
estos cinco dias ultimos le llamavan quiauitl o dia nemontemi q' quiere dezir cinco dias valdios del mes quiauitl e dia q e es el pasado en es tos cinco dias no habia cosa alguna ni acudia al templo, solo se ocupaban de visitarse unos a otrosEvery month had 20 days and at the end of the cycle, adding up 360 days. The five days remaining adjusted the next following calendar round.
—Codex Tovar
El tiempo y espacio eran las dos categorías fundamentales del mundo prehispánico, la cuenta de los días, el tiempo sagrado, para los mexicas cuatro edades o Soles habían existido en el intento de los dioses por crear al hombre y el alimento que habría de sustentarlo. El Quinto Sol nació en Teotihuacan. Este es el Sol en el cual vivimos. Para el mundo indígena, fueron los dioses quienes crearon los días, los meses y los años. Dieciocho meses de 20 días componían el calendario solar con un total de 360, más cinco días aciagos (o nefastos).
El Tonalpohualli. se componía de 260 días. Algunos códices servían para llevar la cuenta de los días y el tiempo.
El Xiuhmolpilli o atado de cañas (52 años) simbolizaba el siglo indígena. Cada 52 años había una renovación de lo existente y se encendía el Fuego Nuevo.
NEMONTEMI - Inútil, vano, infortunado, insuficiente.
Los días nemontemi, desamparados, vacíos, abismales, si bien no “contaban” (itech pohui) desde una perspectiva astrológica, sí se contaban (tlapohua) en términos de cómputo calendárico, lo que generaba un desfase, un modelo específico de principio y fin de veintenas así como de días nemontemi para cada uno de los años. Sin dejar de figurar al final del último mes de un ciclo anual, los nemontemi cambiaban periódicamente de posición en el ciclo calendárico.
Para Sahagún son días que sirven para completar los 365 días del año. Otros dan el comienzo y el futuro del entrante y se meten en problemas de cuentas de calendario ofreciendo años y cuentas inexistentes e ilógicas.
Si anallizamos la palabra en sus raíces.
Nemoa - Se vive, se camina. Forma pasiva e impersonal. Derivado de Nemi - vivir, caminar.
On - Partícula que denota duración en el tiempo, refuerza que la acción se realiza durante un tiempo, también se usa como manera especial al hablar denotando respeto.
Temi - Estar extendido, acostado, llenar, estar repleto, estar completo.
Esta es una cuenta independiente en la que se incluyen 5 dias por año para justar los calendarios, al final de 52 años habrán transcurrido 260 días, es decir un Tonalpohualli.
La conjunción de la rueda del tiempo.
La combinación de ambos ciclos, el de 260 días y el de 365 días, formaba unidades de 52 años. A este periodo se le llamó "Rueda del Calendario" y era el sistema típico del centro de México en el momento de la conquista. Para establecer los nombres de cada año, los mexicas usaron los nombres de cuatro simbolos: ácatl (caña), técpatl (pedernal), calli (casa), y tochtli (conejo). Cada símbolo de día estaba asociado a un número diferente del uno al 13 (4 nombres de día x 13 numerales = 52 nombres de año). Los mexicas llamaron a un "siglo" de 52 años xiuhmolpilli o "atadura de los años".y también se le conoce como "cuenta corta". Los ciclos de 52 años se iniciaban entre los aztecas mediante un rito importante, la fiesta del Fuego Nuevo, que coincidía además con la fecha en que la constelación de Pléyades pasaba el cenit a medianoche.
La ceremonia del fuego nuevo es un ritual que se realizaba entre los Mexicas. Según varias evidencias arqueológicas, se practicó también en muchos pueblos del centro de México durante la época posclásica,[1] como por ejemplo en Teotihuacan.
Debido a la importancia calendárica del xiuhmolpilli (atadura de años), cada 52 años, generalmente se piensa que el Fuego Nuevo se celebraba cuando coincidían el inicio de los dos calendarios aztecas, el tonalpohualli, de 260 días, y el xiuhpohualli, de 365 días. Sin embargo, según testimonian los códices Borgia, Vindobonensis, Laud y Nuttall, lo encendían cada año.[2] Según otras fuentes, había ceremonias especiales cada 4, 8 y 52 años, y sólo en esta última se arrojaban al fuego las imágenes y otros objetos de culto, y se reconstruían los templos en señal de renovación.
El momento exacto en que se realizaba, era cuando las Pléyades o "cabrillas" llegaban al punto más alto del cielo, según testimonio del cronista Bernardino de Sahagún:
"Tomaban por señal para esta fiesta el movimiento de las Cabrillas (las Pléyades) cuando estaban en medio del cielo a la medianoche… Cuando veían que pasaban del medio, entendían que el movimiento del cielo no cesaba. A esa hora, estaban en los cerros circundantes gran cantidad de personas esperando ver el Fuego Nuevo." (Sahagún, Historia General IV)
Al "atar" cada año el Fuego Nuevo con el ascenso de las Pléyades, los mesoamericanos estuvieron en condición de utilizar esta ceremonia para medir el Año Sidéreo, lo cual, a su vez, les habría permitido calcular el Ciclo de Precesión de los Equinoccios (la rotación aparente de la eclíptica, con 26 mil años de duración).
El Fuego Nuevo era un ritual celebrado por los mexicas para celebrar el xiuhmolpilli (atadura de años), la coincidencia en el inicio de los calendarios xiuhpohualli y el tonalpohualli, lo que sólo podía ocurrir después de 52 años. Según la mitología mexica, en este momento podría ocurrir el cataclismo que terminara con la era del Quinto Sol, donde el mundo sería destruido por terremotos. Si las Pléyades pasaban el cenit la noche del último día del ciclo de 52 años, el mundo no sería destruido y se encendía de nuevo el fuego sagrado.
Al final del último día de cada siglo cuando, el sol se estaba poniendo, se creía que desaparecería para siempre. En ese momento se apagaban todos los fuegos y la preocupada población se reunía al pie de la pirámide donde los sacerdotes observaban cuidadosamente los cielos se sacrificaba una víctima arrancando su corazón mientras encendía el Nuevo Fuego, a sí el sol renacía y se había salvado de nuevo el mundo de la destrucción; comenzaba un nuevo ciclo (ciclos de 52 años) La población desechaba los palos con los que encendían el fuego en el momento de la ceremonia y solo los sacerdotes prendía en Fuego Nuevo.
En el Cerro de la Estrella se realiza esta ceremonia hasta la fecha actual.
Para los antiguos Aztecas, cada ciclo de 52 años en la antigua Tenochtitlan, el mundo estaba en peligro de dejar de existir si el sol no se levantaba de nuevo, por ello era encendido en un templo que actualmente se encuentra bajo el cerro de la estrella, (cuyo nombre prehispánico era Huizachtecatl), por medio de un ritual, el fuego nuevo, buscando animar al sol a salir por otro ciclo de 52 años más.
Al atardecer del día último del ciclo, todos los fuegos eran apagados, y sólo los sacerdotes en la cima del cerro eran los indicados para iniciar un fuego nuevo, mientras un sacrificio humano era realizado, se sacrificaba al mejor de los guerreros o a una persona importante para el pueblo y se quemaban o destruían los artículos de guerra y personales ya que el fuego nuevo para ellos era renovación.
En la "cuenta corta" de 52 años cabían exactamente 73 tonalpohualli (52 x 365 = 73 x 260 = 18,980 días). Al cabo de este período, las combinaciones de los ciclos de 365 y 260 días se agotaban, y comenzaba otro ciclo mayor con exactamente las mismas fechas. Dos ciclos de 52 años, es decir 104 años, se llamaban huehuetiliztli, "la vejez", y se caracterizaban además por la coincidencia con el ciclo de Venus. El año de Venus contiene 584 días, y 5 años de Venus corresponden a 8 años solares; por lo tanto, cada 65 años de Venus coincidían con 104 años solares y con 146 tonalpohualli (65 x 584= 104 x 365 = 146 x 260 = 37, 960 días).
Los mexica utilizaban una fórmula abreviada para los fechamientos para no tener que mencionar en forma completa todos los elementos que intervenían en una fecha: el día del tonalpohualli, el ordinal del día dentro de la veintena y el año; en cambio, decían únicamente el día del tonalpohualli y el año, por ejemplo: 8 ehécatl de 1 ácatl.
Un xiuhmolpilli, era enterrado en altares adornados con huesos y cráneos de piedra conocidos como Altar de los siglos.
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